viernes, 26 de junio de 2015

Los Jóvenes & la Tecnología.

Los adolescentes viven pegados a sus teléfonos móviles, están pendientes de los mensajes de correo electrónico, de conectarse al Messenger o de actualizar su perfil en Tuenti o Facebook. Las nuevas tecnologías calan hondo en la sociedad, sobre todo entre los más jóvenes.
Un 80% de los niños entre diez y dieciséis años tiene un teléfono móvil de última generación, el 44% dedica entre unas y dos horas al día a usarlo y el gasto medio por niño se eleva a 42 euros al mes. Son los datos que se desprenden del informe “La telefonía móvil en la infancia y la adolescencia”.
Las formas de relación se modifican junto con la comunicación grupal de los jóvenes. Es una realidad patente en los hogares, comprobable día a día, y se puede decir que es una adicción, la misma que sigue el mismo patrón que cualquier otra conducta adictiva pues provoca dependencia.
Los jóvenes vivimos rodeados de tecnología, contamos con ordenador, cámara digital, iPod, consolas y múltiples aparatos que llenan las habitaciones y centran la atención para monopolizar el tiempo de uso. Una vez descubiertas las múltiples posibilidades de la tecnología, se abren ante nuestros ojos los últimos modelos.
Estamos ante un mundo lleno de oportunidades tecnológicas. Hoy en día para los adolescentes es fácil tener móvil pues son sus padres quienes pagan de forma directa o indirecta las recargas de saldo o facturas. Resulta inquietante que los padres prefieran que sus hijos tengan teléfonos móviles para controlarlos antes que buscar otras vías de comunicación.

La tecnología les ofrece.

Los móviles ofrecen a sus usuarios libertad, independencia y facilidad de comunicación. Estas libertades pueden llegar a convertirse en dependencia. Si se analizan casos de adicción, se comprueban ejemplos de agresividad, mal humor, aislamiento, fracaso en los estudios y alejamiento de la familia. Ellos son los llamados “adictos al móvil”

Una cuestión que facilita que sean los jóvenes los más afectados por este problema es el fácil acceso que tienen para conseguir un móvil. La mayoría lo consigue a los 11 años, cuando está recomendado que no lo tengan hasta los 16. Cada vez es más habitual que niños de nueve o diez años tengan su propio móvil y lo que resulta más inquietante es que son ellos los que caen en la adicción.

Regalos que incitan a la adicción tecnológica

Los padres suelen regalar móviles a los hijos a una edad temprana porque se sienten más seguros, así pueden mantener una conversación directa estén donde estén. Esto se transmite y por ello los adolescentes sienten cada vez más la necesidad de llevar un móvil consigo a todas horas, aunque no con los mismos fines que sus padres.
Atrás quedaron los típicos regalos que se hacían en la Primera Comunión, ahora el regalo más demandado es el móvil. La nueva generación vive conectada, está en contacto con la tecnología casi desde la cuna: vídeos, walkman, Internet, videojuegos, reproductores de CD. El nivel de consumo en estos campos es superior al de un consumidor medio.
Estamos acostumbrados a tenerlo todo y esto se manifiesta en la capacidad de invertir el total de unos ingresos (propios o no) para mantenerse a la última.   


Para solucionar el problema del abuso del móvil tenemos que ir más allá de la información que puedan recibir los padres acerca de los efectos del móvil. Puede que con esto se reduzca un poco su uso. Lo importante es la concienciación de que no estamos ante un simple juguete.

Es paradójico el hecho de que un aparato tecnológico, que para los jóvenes proporciona independencia, cree tanta adicción entre la población adolescente. El móvil está para ser usado en momentos necesarios, para eso fue creado ¿no? Para mantener una conversación directa a pesar de estar distantes, no para cualquier cosa. Ha quedado probado que no es inofensivo. Tanto el móvil, como Internet, han demostrado que hemos dejado de mantener una comunicación personal con aquellas personas que vemos a diario para sumergirnos en una realidad virtual.


INTERROGANTES QUE NOS HACEMOS DÍA A DÍA

¿Seríamos capaces de vivir sin un teléfono móvil? ¿Dejaríamos de lado las modernas formas de comunicación y dejar de ser adictos? ¿Extrañaríamos marcador de carga y descarga del dispositivo?

Vivimos enchufados a un mundo virtual. Si nos quitamos los cascos, si apagamos el móvil, podemos darnos cuenta de que hay un mundo más allá del sms.